Por Moshé Korin Los ingleses habían dicho que comenzarían a abandonar el país el viernes, por la noche, entre el 14 y 15 de Mayo, a las 12 horas en punto, día que finalizaba el mandato.
El miércoles 2 de mayo, Ben Gurión convocó a los 37 miembros del Consejo de Estado. La
cuestión más importante que surgió en el orden del día fue: si la
mayoría todavía era de la opinión de que había llegado la hora de
proclamar el Estado. Ben Gurión no deseaba que más tarde se le
reprochara el haber dictado la decisión, o el que no hubiese concedido
la palabra a los opositores.
Al comienzo de la sesión les comunicó algunas novedades. Acerca de “Gush Etzión”, un bloque de cuatro poblados situados a 24 kilómetros al sur de Jerusalem rodeado por aldeas árabes. Hacía poco tiempo, habían sido asesinados allí 35 miembros de la “Haganá”. Se encontraban regresando a Jerusalem tras haber provisto de medios esenciales a los colonos sitiados. Pero las bandas árabes no cesaron de causar problemas a los habitantes judíos. (En honor a ellos se fundó el Kibutz “Netív Ha’Lamed Hei” –La huella de los 35)Ben Gurión comunicó que dos batallones de la Legión Árabe, bajo mando inglés, habían comenzado una gran ofensiva sobre “Gush Etzión”, a pesar de que el mandato aún no había concluido. Contó que el gobierno norteamericano mantenía la opinión de que, de momento, no era posible proclamar el Estado. Golda Meyerson (Golda Meir) brindó un informe acerca de su visita al Rey Abdallah. Ya se habían reunido una vez en secreto, pero en esta oportunidad había podido ir a verlo en Amman, como un ladrón en la oscuridad, disfrazada de mujer árabe. El rey tuvo una actitud amistosa, pero estaba nervioso y apremiado. Preguntó: “¿Por qué vosotros los judíos os apuráis tanto en proclamar un Estado?” “¿Piensa Ud. que dos mil años significa apurarse?” Era contrario a la partición, quería todo el país, y no negaba su intención de valerse de la Legión Árabe a fin de obtenerlo. A continuación el General Igal Iadin, uno de los comandantes de la “Haganá”, les dijo que, según informes del servicio secreto, los ejércitos de todos los países árabes marchaban hacia las fronteras, a paso acelerado. Había que contar con que atacarían por todos lados, inclusive ataques aéreos sobre Tel Aviv ya durante el día sábado. La Proclamación La cuestión más acuciante era cuándo -a qué hora exactamente- tendría lugar la proclamación del Estado judío. Un jurista explicó que, desde el punto de vista técnico, no había posibilidad alguna de proclamar el Estado antes de la medianoche entre el viernes y el sábado. El shabat sin embargo comienza el viernes con la puesta del sol, y los integrantes religiosos del consejo no podrían con la llegada del shabat firmar la proclamación, ni viajar en auto o realizar ningún trabajo, lo que implicaría una profanación del Shabat. De celebrarse una ceremonia de firma, ésta debería comenzar algún tiempo antes de la puesta del sol. Tras la sesión del consejo tuvo lugar otra de los integrantes del futuro gobierno. Discutió el texto de la proclamación del Estado, el cual había sido confeccionado por especialistas en derecho. Uno de los integrantes estaba en contra: “¿Cómo podemos proclamar un Estado sin mencionar sus fronteras? Ante todo debemos definir al Estado judío, decir dónde está y hasta dónde llegan sus límites: dónde empieza y dónde termina”. Ben Gurión lo hizo callar. El sencillamente se había apoyado en la proclamación de la independencia norteamericana, en la cual no se mencionan en absoluto las fronteras. El nombre del nuevo Estado La última cuestión del orden del día fue la elección del nombre. Muchos pensaban que el nuevo Estado se llamaría “Iehudá”. Pero ese nombre no era aceptable. Porque “Iehudá”, desde un punto de vista técnico, significaría únicamente aquel área aledaña a Jerusalem (Judea). Más tarde se consideró la propuesta de “Tzión”, pero también ésta fue impugnada. Ello debido a que “Sión” es el nombre de una de las colinas de la parte vieja de Jerusalem. Uno de los ministros propuso el nombre “Ever”, pero éste no le resultó simpático a nadie, a pesar de que de esta palabra se deriva el nombre “ivrí” (hebreo). La discusión acerca de los nombres para Eretz Israel se prolongó por algún tiempo. La patria judía siempre había sido llamada así. Pero técnicamente considerada, Eretz Israel se extendía sobre el territorio de la Eretz Israel de la antigüedad, y por lo tanto el emplear ese nombre podría acarrearle al país acusaciones de irredentismo. “Propongo que sea Israel”. Ben Gurión fue el autor de la propuesta. Al principio la palabra sonaba extraña. Era como si probaran repetirla en medio del silencio: “Israel” “Gobierno de Israel” “Embajador de Israel” “Cónsul de Israel” “Ciudadano de Israel” ( Filólogos de Israel sostienen que en inglés se debe emplear la palabra “israelí” sólo para designar a un ciudadano de Israel, y que en otras lenguas el adjetivo es “de Israel” y no “israelí”). Ben Gurión propuso que la cuestión fuese sometida a votación. Él y otros seis miembros estaban a favor, tres estaban en contra; los restantes cuatro miembros estaban ausentes de la sesión. Así fue como el país recibió su onomástico del hombre que se había esforzado más que ninguno para que aquél surgiera. El nombre fue otorgado con la aprobación de la mitad de los miembros del gobierno. Esa sesión finalizó pasadas las doce de la noche. Zeev Scherf, quien debía convertirse en primer secretario del gobierno, dijo a las estenógrafas: “Sé que han tenido un día difícil, pero debo pedirles que antes de abandonar la oficina pasen a máquina todo cuanto han anotado”. Y cuando ellas terminaron su trabajo, Scherf se llevó todo el material pasado mecanográficamente. Años después explicaría la necesidad de conservar los protocolos de aquella sesión nocturna en una caja fuerte en el Banco Nacional (“Bank Leumi”): él sabía que Tel Aviv sería bombardeada el sábado y si lamentablemente todos los ministros y todas las estenógrafas perecieran, el mundo no sabría cómo había nacido el Estado judío. Era más seguro conservar todos los documentos hasta que pasara la tormenta. Prácticamente toda la madrugada del jueves la dedicó Ben Gurion exclusivamente a cuestiones militares. Permaneció en el Estado Mayor hasta las cuatro del alba. El 14 de Mayo de 1948 El jueves fueron cursadas invitaciones a doscientos judíos de Eretz Israel, para que se presentaran media hora antes de las cuatro en punto del viernes 14 de Mayo en el Museo de Tel Aviv en la Avda. Rothschild. Se solicitó a los invitados acudir “vestidos festivamente y de oscuro”, y se les exigió que mantuvieran estrictamente en secreto el lugar y momento de la cita. De haber logrado bombardear los egipcios el museo en el momento justo, el Estado judío hubiese nacido cuando todos sus líderes yacían muertos. El día más importante en la vida de Ben Gurión comenzó a las 7 de la mañana. Entonces se levantó, se vistió, peinó sus cabellos plateados, y dijo algunas palabras afectuosas a Pola, su esposa, a continuación se sentó a la mesa para beber un café, echándole una ojeada al periódico hebreo y al “Palestine Post” en lengua inglesa. (…) Telefoneó a Scherf y escuchó de él que, en algún lugar de un sótano, éste había encontrado una gran fotografía del autor de “El estado judío”, el Dr Herzl y un banco le había prestado una máquina de estenográfica a fin de poder poner a disposición de la prensa copias del manifiesto de proclamación y de las primeras resoluciones del nuevo gobierno. Luego arribó un enviado del Estado Mayor. El jefe del mismo, Dostrovsky, había enfermado y había sido llevado a Haifa donde estaba internado en el hospital. Toda la responsabilidad que hasta ese entonces había recaído en el jefe, sería ahora de Iadin. Un buque de guerra británico había interceptado un barco con fusiles que se había aproximado a las costas de Tel Aviv, y lo remolcó hacia Haifa. Convocó al Consejo de Estado para una sesión a la una en punto. El asunto principal que concitaba el interés de aquella sesión era la decisión en cuanto al nombre que llevaría el Estado. Alguien preguntó: “¿cómo se llamará el nuevo país?” -“Israel”, respondió Ben Gurión, pronunciando el nombre con orgullo. (…) Algunos minutos antes de las 16 hs. ya había ante el museo una hilera de automóviles americanos, nuevos y pulidos. (Los cuales habían sido alquilados especialmente para aquella ocasión). (…) El comandante de la “Haganá”, Israel Galili; salió de la sala junto a un militar. Secreteaban entre ellos. Más tarde Galili anotaría algo en un pedazo de papel y se lo haría llegar a Ben Gurión; éste lo leyó y esbozó una sonrisa. Hasta que no hubieron finalizado los festejos, no se transmitió a los demás participantes palabra alguna del contenido del papelillo. En la Galilea occidental el ejército judío había logrado una resonante victoria, y ahora la mayor parte del territorio estaba en manos de la “Haganá”. En aquella sala la orquesta sinfónica de la ciudad de Tel Aviv interpretó el “Hatikva”, que automáticamente habría de transformarse en el himno nacional del Estado de Israel. La mano de Ben Gurión que sostenía el rollo de la independencia temblaba. Estaba claro que procuraba dominar su voz a fin de no que no se oyera en ella ningún matiz melodramático. La proclamación comenzó con la historia judía hace miles de años y llegó, versículo tras versículo, de generación en generación, hasta Herzl y los tiempos de Balfour, la época de Hitler y, finalmente, hasta la generación de Ben Gurión y los eternos profetas. Los principios “El Estado judío estará basado en la libertad, la justicia y la paz. En él reinarán la libertad política y social para todos, sin diferencias de raza, género o religión; libertad de conciencia y libertad de culto”. “Eretz Israel fue la tierra donde el pueblo judío vino al mundo…” Israel trabajará juntamente con la ONU y observará los principios de ésta. Los lugares sagrados para cristianos y mahometanos serán protegidos. La mano de la paz se extiende a los árabes en todo el mundo”. Ben Gurión elevó su voz. Las lágrimas sofocaban a los oyentes de emoción. ”Oh, cuán largo ha sido el camino, y qué enorme ha sido el precio que ya fue pagado”. “En la noche de hoy, vísperas de shabat, 5 de Iar 5708, 14 de Mayo de 1948…” La lectura de la declaración de independencia a cargo de Ben Gurión duró 17 minutos. Ahora propuso las primeras leyes del nuevo gobierno: el “Libro blanco” de 1939 quedaba anulado. Igualmente serían anulados y carecerían de validez todas las leyes que limitaban la aliá y la adquisición de tierras. Fuera de las leyes mencionadas, todas las demás disposiciones de la potencia mandatorial seguían en efecto, hasta que llegara el momento de mejorarlas, o de crear otras en su lugar, una legislación exclusivamente judía. Los fundadores del nuevo Estado firmaron sobre un pergamino, al cual se le había agregado, a máquina, la fórmula de la declaración. A las 4 y 37 Ben Gurión dio un golpe con el martillo y exclamó con voz dramática: “Declaro clausurada la asamblea. ¡El Estado judío ha nacido!” Nota: Ben Gurión nació el 16 de octubre de 1886 en Plonsk, Polonia; concretó su “aliá” en el año 1906 y falleció el 1 de diciembre de 1973 en Sdé Boker, Israel. |