Por Noé Davidovich Venzo mi propia inercia al emprender esta nota en la víspera de la fecha patria del 9 de julio.
El frío y lo destemplado del tiempo no acalla mis deseos de transmitir lo que siento y sobre todo lo cambiante de esta situación peculiar por la que pasa nuestra Comunidad en un nuevo aniversario del trágico acontecimiento de la destrucción de la AMIA, destrucción de un edificio, pero no del espíritu de sus deudos, de los dirigentes institucionales, de amplios sectores de la sociedad y por qué no decirlo con amplitud y sin mezquindad y sin partidismo de Néstor y Cristina Kirchner- Lo digo más allá de cualquier intención aviesa que alguien pudiera sospechar. No soy ni seré su votante, pero reconozco que cuando Cristina F. de Kirchner aceptó la invitación de la American Jewish Committeé, en Washington, no vaciló en ocupar su tribuna y denunció ante ese auditorio el reclamo por el esclarecimiento internacional que significaba la contracara de la investigación judicial. No cabe duda de que ella fue escuchada y aclamada, porque a ningún argentino o extranjero le puede sorprender que no sólo había cómplices argentinos, sino instigadores y propulsores de ese atentado. Por supuesto que con bastante certeza sabíamos que era IRAN y que su máxima política fue y es la destrucción del Estado de Israel. Parecería n absurdo hoy que las potencias mundiales no denuncien el genocidio de esa política ya que su proclama de destrucción no sólo alcanzaría a sus “enemigos sionistas” sino a inocentes niños y pacíficos ancianos, a jóvenes etc. y aun a israelíes árabes que habitan en ese Estado. Por ello el compromiso asumido recientemente por el Presidente Kirchner ante los familiares de las victimas de concurrir en la fecha del aniversario en este mes debe ser recalcado y ser aplaudido sin reticencias – lo digo plenamente y porque no soy, repito, oveja de su rebaño. La comunidad hoy Me es difícil pensar en muchos cambios habidos no sólo dentro de nuestra comunidad sino fuera de la misma. Cuando los que hemos hecho escuela en la vida comunitaria, recordamos que en la época del primer gobierno peronista (1946-1952)se hablaba aún el idish, en algunas instancias centrales, como en las Asambleas de la AMIA o de su Comisión Directiva. Ello a pesar de las restricciones impuestas en especial dentro de la Polícía Federal. También es cierto que al oficial de la misma de origen judío que concurría a dichas Asambleas se podía vencer su deber con alguna suerte de recompensa Jóvenes universitarios que éramos, teníamos presentes las torturas a que fueron sometidos otros estudiantes en la Sección Especial Recordamos también las denominadas restricciones que pesaban sobre los diarios que se publicaban en idish. Decimos diarios y no periódicos porque tenían una amplia difusión y para los que no lo recuerdan o no habían nacido eran el Diario Israelita, Di Presse, el Morgen Zaitung, que aunque parezcan imposible tenían importantes sedes propias en la zona del Once y en algunos casos su propio taller de impresión. ¿Qué tiempos no? Vuelo a través de las décadas y hoy me sorprende que un Coronel del Ejercito (R.) como Luis Premolí, en la Sede de la Fuerzas Armadas haga análisis de obras de referentes de nuestra Comunidad como son Marcos Aguinis y Sergio Bergman. Más aún, este último también aparece como candidatable en algunos partidos políticos o mejor aún como exponente ideológico de un sector de la comunidad argentina. Tampoco están lejos las recientes elecciones en el orden capitalino donde los contendientes importantes, son miembros de nuestra comunidad y no sólo de un sector sino diferente. Telerman – Filmus - Narodowski, son referentes institucionales que en rigor de verdad la crítica hacia su condición judía no fue el aspecto más irritativo de la contienda electoral. Estamos, como estamos. Con muchos sectores o parcelas de nuestra Comunidad que a pesar de nuestra estructura institucional comunitaria tiene voz y poco fuera de ella. Yo diría que también ello es bueno . ¡Qué distante de aquella tendencia interna que pretendía quedar dentro de nuestra vida endógena! Me alegra mucho saber, por ejemplo, que un intelectual como Santiago Kovadloff o Marcos Aguinis puedan, en La Nación, por ejemplo, ofrecer a sus lectores la verdad sobre el sionismo o el pensamiento pacífico de Amoz Oz. Nada más convincente y aleccionador que el artículo último de Kovadloff sobre este escritor israelí que recibió el Premio Príncipe de Asturias en mérito a su lenguaje artesanal y por “ser su idioma un brillante instrumento” para el arte literario, la defensa de la Paz entre los pueblos y la denuncia de todas las expresiones del fanatismo. ¿No es cierto que no hay palabras en su lenguaje más precisas para difundir a un escritor que lucha por la convivencia entre los judíos y árabes que viven en el Estado de Israel? Por otra parte es lamentable que habiendo Amoz concurrido a un encuentro literario en la localidad de Paraty a 300 Km de San Pablo (Brasil) no se hubiera aprovechado la oportunidad para que llege hasta la Argentina donde este laureado escritor israelí hubiera explicado aun a los escépticos de que la paz no es una utopía en el Medio Oriente. Si así no fuera, nuestra Comunidad y la de los interesados en conocer el pensamiento de este pacifista debiéramos constituir el Comité para recibirlo a este literato que sería el convocante para que intelectuales políticos, etc. de América latina hagan una exhortación a las partes en conflicto para que se encauce Israel, palestinos y al mundo árabe a una paz definitiva y durable. Colofón Todo lo anterior nos lleva a que pensemos todos juntos, sin banderías y sin mezquindades si no ha llegado el momento de analizar y reflexionar sobre cual debe ser el derrotero de nuestra Comunidad. No se llegaría a ello solamente con magníficos actos, ni con declaraciones políticas, etc. sino con la convicción de que debe ser fruto de una labor seria, convocando a dirigentes, intelectuales, docentes, activistas, etc. a “encerrarnos” en talleres que preparen estudios, análisis, encuestas, reflexiones, etc. lejos del mundanal ruido, pero que nos preparen para ser dignos de una conducción concorde con los tiempos que corren. Por ese cambio tan anhelado, comprometamos nuestros esfuerzos. |