Significativa autocrítica árabe |
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miércoles, 05 de septiembre de 2007 |
El autor de este artículo, Dr.Abd Al-Hamid al-Ansari, ex decano de la Facultad de Sharia y Leyes de la Universidad de Qatar, publicó recientemente varios artículos en diarios del Golfo sobre el terrorismo y sus raíces. Este fragmento que reproducimos está tomado de un artículo publicado por el diario “Al Sillaza” el 15 de mayo y fue publicado originariamente por Memri, Middle East Media Research Institute.
“Los jóvenes que se han convertido en instrumentos de asesinato y en bombas humanas son los hijos de una cultura del odio, y resultado de una cultura fanática y una ideología extremista que ve la vida, sus placeres y su belleza como carentes de importancia. En última instancia los motivos políticos, económicos, sociales y religiosos que llevan a los jóvenes a inmolarse se reducen a una causa principal: la cultura del odio.
Estos jóvenes, en su mejor edad, se convirtieron en enemigos de su sociedad, y sólo piensan en venganzas, en odios, en matanzas. Ellos son nuestros hijos terroristas, criados en nuestro seno, nutridos por nuestra escuela, formados en nuestras escuelas y en su fe religiosa por las prédicas en nuestras mezquitas y las fatwas de nuestros clérigos.
¿Qué es lo que les ha hecho preferir la muerte a la vida ? No tengo otra respuesta que el hecho de que no logramos hacer que amen la vida. Les hemos enseñado a morir por Alá, pero no les enseñamos a amar, a construir, a crear y a ayudar a la sociedad en el nombre de Alá. Les hemos enseñado que el nacionalismo significa atacar a los Estados Unidos y oponerse al imperialismo, pero no les enseñamos que el nacionalismo es amor, lealtad y pertenencia a la patria….
¿Cómo sería posible que esta criatura miserable llamado árabe y musulmán no se vuelque al extremismo, cuando está inmerso en una atmósfera de extremismo, cuando está atado por grilletes de prohibiciones y represión, y acosado por ideas intimidantes y aterrorizadoras? Estas acompañan a los árabes desde la cuna a la tumba, empezando por terribles advertencias acerca de los tormentos en la tumba y conspiraciones terribles contra el Islam y los musulmanes, a lo que se suma una larga lista de prohibiciones que convirtieron la vida, que es un regalo del Creador, en una terrible prisión de la cual el individuo trata de escapar al Paraíso y a las vírgenes que están allí.
Como si todo esto no fuera suficiente, empleamos la policía religiosa para seguir a la gente, restringir sus libertades, espiarla e interferir en su vida privada. ¿ Cómo evitar entonces las tensiones y la preocupación en el alma de la gente?
Vayan a oír un sermón un viernes en la mezquita y se encontrarán con un predicador rabioso contra el mundo, enojado con la civilización, difundiendo el veneno del odio y la enemistad.
¡Lógicamente van a abandonar la mezquita tensos y furiosos!
Los jóvenes en el mundo oyen música, disfrutan del arte y las diversiones y gozan los placeres de la vida. Con su labor creativa contribuyen a construir la cultura de su sociedad mientras nosotros llevamos a nuestros jóvenes a ocuparse de disputas religiosas sobre el velo, la barba, el largo de las polleras femeninas y cómo debe saludarse a los cristianos, o los complicamos en las disputas políticas e ideológicas de los adultos o los inducimos a ir a Irak y Afganistán a cometer suicidio.
El odio es una cultura de prohibiciones y el resultado de nuestra visión del mundo como un enemigo que nos está acechando para hacernos daño. Muchos factores han desempeñado un rol en la formación de esta visión del mundo, incluyendo los mensajes religiosos que hablan de conspiraciones y los mensajes educativos que han llevado a los jóvenes a estar alienados de la modernidad, particularmente un gran número de publicaciones de los Hermanos Musulmanes y de los nacionalistas, que en los últimos 50 años, han difundido el odio hacia el otro y teorías conspirativas contra los musulmanes.
Necesitamos una cultura que restaure la importancia de la vida y el valor del individuo y que induzca a los jóvenes a amar el arte y las humanidades…”
(Traducido de “The Jerusalem Post” por Egon Friedler)
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